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Introducción: lo que nos preocupa

«Podemos sentirnos genuinamente preocupados por las condiciones del mundo, aunque tal preocupación debería llevarnos a la acción, y no a una depresión»

K. Horney, Auto-Análisis

*El SER PREOCUPADO y sus VALORES. Se puede decir que el humano se distinga especialmente como un ser preocupado, alguien con capacidad para anticiparse en general, y en particular respecto a su propio quehacer. Los humanos invertimos tiempo y esfuerzo, puede que los occidentales demasiado, en ocuparnos de nuestros asuntos futuros; pero también es cierto que nuestras preocupaciones nos definen, nos sitúan respecto al mundo y los demás, de tal modo que otra forma que tendríamos de denominar a las preocupaciones (de uno) sería como (sus) valores. Las preocupaciones (o valores) de cualquier humano, todas, serían positivamente ‘humanas’, por definición, de tal modo que no podríamos decir que algo que preocupa a otro, a nosotros no nos preocupe nada: más bien sería que a uno le preocuparía algo menos, o más, que a otro, de tal forma que lo apropiado sería hablar en términos de escala de valores.

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Lo que me preocupa

En lo que a mi concierne, no recuerdo bien desde cuándo, tal vez desde ‘siempre’, aunque ello lo ubique en el momento de empezar a tener una cierta mayor consciencia, pero hay algo que me ha preocupado, y me sigue preocupando, inquietando, se puede decir que todos los días, y que me ha empujado por el camino de la investigación… ello es la convivencia, la cuestión del entender-nos, conducir-nos y llevar-nos. Toda esta preocupación por mi parte se puede resumir así en un interrogante:

¿por qué nos/me cuesta entendernos/me entre/con los (demás) seres humanos?

A partir de aquí, fue arraigando en mí la sospecha de que lo que discurrimos (lo que decimos-inteligimos), siendo un aspecto fundamental humano, supondría un elemento condicionante de tal convivencia entre nosotros. Me propuse indagar sobre este planteamiento, lo cual culminó con una tesis sobre el condicionaje discursivo, en la que ya se comenzaban a entrever cuestiones relacionadas con el poder; podemos ahora darnos cuenta de que ello sólo era la punta del iceberg de toda una ambición inquisitiva y raciocrítica. Quisiera presentaros entonces mi (bastante) completa red de intereses y preocupaciones, los cuales han motivado y guiado este camino reflexivo, comenzando por un síptico tridimensional, en el que se destacarían siete temas interactivos:

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Discurso, raciocrítica y poder

*Un LIBRO en una ESTANTERÍA. «Hace algunos años, curioseando por la librería Espasa Calpe, vino a llamar mi atención un libro en la sección de filosofía, titulado, de forma tan sugerente como marketiniana, Por qué el mundo no existe, de un novel intelectual alemán, Markus Gabriel». Así podría empezar esta historia, o así podría empezar una novela cualquiera. Sea como sea, parece un buen comienzo, una buena manera de iniciarnos en aquello que interesa narrar, una buena forma de captar la atención del público, sea el más erudito, sea el más profano, pues, una primera cuestión que se plantea es cómo animar a compartir con el autor aquello que a éste le inquiete. Pretender la lectura de cuatrocientas pp. de tesis, siquiera de algo más de veinte de un artículo especializado, es algo, o quimérico, o en todo caso dejado a la libre iniciativa de las personas. Además, de esas palabras tampoco tiene por qué destilarse con claror la historia que rodea a la investigación que el autor ha desarrollado desde hace ya tiempo, los motivos que le llevaron a iniciarla, aquello que le preocupe.

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Sesgo, condicionaje y raciocrítica

*DESCRIBIENDO y NORMANDO el INTELECTO. En algún momento, al expresar una idea u opinión, alguien cabe que nos haya advertido, incluso increpado, algo así como “eso que dices está sesgado”. ¿Y eso qué quiere decir? Bien. La investigación de la psicología cognitiva a propósito de nuestro intelecto puede adquirir básicamente dos enfoques, uno más descriptivo (cómo pensamos o inteligimos), otro más normativo (cómo deberíamos pensar o inteligir). Un sesgo, en principio, se definiría simplemente como un error cognitivo o intelectivo, con lo que, conceptualmente, estaría algo más arraigado al segundo enfoque propuesto, que, por su parte presumiría la existencia de un canon o norma sobre el intelecto; la cuestión es que ha habido investigadores que han intentado entender mejor el fenómeno psíquico que suponga el sesgo. Luego, una primera cuestión a tenerse en cuenta, y que acrecentaría el interés sobre los errores cognitivos, no sería ya la que podría aplicarse de modo específico a labores avanzadas del intelecto (como pudiese ser la de un ingeniero, al diseñar o mantener una presa, mejor o peor), sino la derivada de manera más general del poder de las emociones sobre nuestras ideas (y viceversa). Además, a ello habría que añadir la positividad de cómo habitualmente se vulnere una establecida racio-normatividad intelectiva, de manera más menos explícita, en los foros del (interesado) discurso sociopolítico (y su intención de poder), cuestión a estudiar desde una perspectiva metadiscursiva al respecto del condicionaje discursivo.

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Odio, compasión y perdón desde una ética positiva

*AJUSTANDO la COMPASIÓN y el PERDÓN. Venimos expresando que los valores de fraternidad, perdón y compasión, tal y como nos han sido enseñados (ello en un modo de simplicidad), o por lo menos tal y como yo los haya interpretado, no parecen, ni operativos, ni acordes con la positividad que nos acabamos encontrando. Las fórmulas “ofrecer la otra mejilla” o “amar a todo el mundo”, a pesar de haberme en ocasiones aplicado con denuedo, yo por lo menos, no he sido nunca capaz de ponerlas en práctica, y menos después de ser padre, momento a partir del cual también me tuve que aplicar en gestionar relaciones en las que mi hijo era protagonista, a modo de víctima (en principio inocente). Con todo, desde este estudio se manifiesta una firme creencia en la posibilidad de un antídoto frente al odio y la toxicidad, pero ello debe acometerse, desde una convivencialidad, según escenarios operativos y una ética positiva.

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Sentido de vida y perplejidades

Sentido de vida y perplejidades

«¿Comer y beber para volver luego a tener hambre y sed, y poder de nuevo comer y beber hasta que se abra a mis pies el sepulcro y me trague, y ser yo mismo alimento que brota del suelo? ¿Engendrar seres semejantes para que también ellos coman y beban y mueran y dejen detrás de sí otros seres que hagan lo mismo que yo hice? ¿A qué este círculo volviéndose incesantemente sobre sí mismo […], este monstruo, devorándose constantemente a sí mismo para poderse de nuevo engendrar, y engendrándose para poderse de nuevo devorar?»

JG Fichte, Destino del hombre

*TANTAS COSAS que NO ENCAJAN. No sé vosotr@s, pero yo por lo menos tuve en su momento bastante partido el sentido interior: por un lado, esa mi educación cristiano-católica (mi párroco, mi profe de religión, diversas personas creyentes) me decía que yo era algo más que un cuerpo, y que ello, mi alma, sobreviviría a la muerte; por otro, mi cultura cientifista (mis profes de física y de biología, diversas personas ateas) me insistía en que no, que lo único que tenía era mi cuerpo; ambos dos credos sólo coincidían en que dicho cuerpo iba a morir (quasi-desaparecer), cosa, por lo demás, evidente. A ello digamos que se vinculaban dos diferentes maneras de encarar la vida: la cristiano-católica, (demasiado, para mí) pendiente de lo que pueda pasar después de esta vida, y la cientifista (demasiado, para mí) pendiente de lo que pase en esta vida, según además un modus (para mí) bastante simplificado, pretendiendo encajarlo todo según unas pocas variables, y usualmente a golpe de martillo pilón. Hace ya mucho tiempo que no me encajaron ninguna de estas dos opciones polares (dicotomización), y me dediqué a buscar otras opciones, según un camino de equilibrio.

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Socio-escenarios de enemistad y fraternidad

Socio-escenarios de enemistad y fraternidad

*ODIO POSITIVO y PODER. Venimos hablando de ese elemento capital para con los seres humanos, que es la sociedad, tramada a partir de las relaciones sociopolíticas que mantenemos entre nosotros; venimos conversando así mismo sobre las emociones que nos inter-penetran mientras nos relacionamos, lo que nos lleva a caracterizar nuestras relaciones como socio-emocionales; venimos destacando así mismo la positividad del odio y el poder: odiamos, y en específico, odiamos a alguien.

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Humano masa, psicomodidad e indignidad

Humano masa, psicomodidad e indignidad

«De nuevo nos hallamos ante uno de los aspectos más perturbadores de la civilización industrial avanzada: el carácter racional de su irracionalidad. Su productividad y eficiencia, su capacidad de incrementar y difundir comodidades, de convertir lo que es superfluo en necesidad y la destrucción en construcción, el grado en que esta civilización transforma el mundo-objeto en extensión de la mente y el cuerpo del hombre llevan a cuestionar incluso la propia noción de alienación»

H. Marcuse, El hombre unidimensional

*PREOCUPACIONES TEMPRANAS. En la primera mitad del s.XX, diferentes humanistas ya vinieron a denunciar la deriva de nuestra civilización, en la forma de un nuevo humano paradigmático, que el frankfurtiano H. Marcuse denominó hombre unidimensional; por su parte, nuestro Ortega hizo hincapié en el peso sociopolítico que pudiese tener este humano masa, cuando se une a otros congéneres. Masa, peyorativo de colectivo o comunidad, sería lo que nos conjuntaría a los individuos, pero de manera alienada, es decir, cuando al estar en grupo, las personas perdemos consciencia individual (no confundir con individualismo), lo que además supone que se malogre nuestro espíritu raciocrítico. Todos estos pensadores[i] nos advertían de las potenciales consecuencias de que el estado másico se generalizase en demasía, ante graves acontecimientos concretos que se fueron dando, como cuando nos embarcamos en la Guerra Mundial en sus dos primeras partes, desastrosas conflagraciones que, más allá de los intereses político-económicos que pudieren hallarse en su trama causal, no hubiesen podido producirse en sus hiperbólicos términos si no hubiese contribuido a ello esta condición humana másica.

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La última rosa roja de noviembre

La última rosa roja de noviembre

*Lo INCÓMODO EXTRAÑO. Ha pasado ya un tiempo, y no obstante tengo un recuerdo bastante vívido de lo acaecido. Era finales de noviembre del 99, con todo el mundo muy pendiente del apagón por el efecto 2000, en medio de visiones y profecías. Esa mañana se presentó bastante fría, incluso para la fecha, con lo que nada más pisar la calle me asaltó una especie de bofetada por parte del gélido aire, que no sé si me hizo espabilar, o más bien me dejó KO para el resto del día. Sumido en un cierto rabiar, en medio de un escaso jardín delantero, casi me pasó desapercibida la imagen de una rosa roja, que todavía quería mostrar su belleza, a pesar de la inclemencia. Con tal humor, la primera impresión que comenzó a formárseme fue de incomodidad, preguntándome por la razón o explicación de que esa osada flor desafiase los momentos estacionales… lo que pasa es que, sí, extrañado, me estaba a su vez perdiendo el regalo que tal evento me ofrecía, quizás para aliviarme de la bofetada recibida.

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Condicionaje discursivo, convivencia e infraestructura

*TRAMA CONVIVENCIAL, DISCURSO y PODER. Desde un problema, la convivencia, y motivado por hallar un equilibrio discursivo cara a ésta, comencé mi camino de investigación, animado por algún presupuesto que me ayudasen a ordenar mínimamente lo que en principio se me aparecía como un confuso, además de doloroso, rompecabezas; un primero sería el que a los humanos nos cueste convivir (entendernos y llevarnos: esa convivencia problematizada); un segundo sería considerar a la convivencia como una trama compleja, con diferentes elementos, entre los que destaca el discurso (eso contingente e histórico que decimos-inteligimos), respecto del cual se podría considerar una especie de prediscurso (creencias mítico-religiosas), a diferenciar de otros elementos que podríamos conjuntar de modo genérico como extradiscuro (motivaciones e intereses, emociones –odios, afectos-, actitudes, experiencia, educación y cultura, relaciones sociopolíticas y poder, y otras relaciones económico-productivas, familiares); y un tercero consistiría en estimar que nuestra convivencia, sobremanera, dependa de (se vea condicionada por) nuestros discursos, lo cual nos llevaría a ver en ellos la causa (o, por lo menos, una de las más importantes) de nuestras dificultades convivenciales.

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Medios de manipulación de masas

Medios de manipulación de masas

«¿Se puede realmente distinguir entre los medios de comunicación de masas como instrumentos de información y diversión, y como medios de manipulación y adoctrinamiento? ¿Entre el coche como molestia y como conveniencia? ¿Entre los horrores y las comodidades de la arquitectura funcional?»

H. Marcuse, El hombre unidimensional

*REVOLUCIONES COMUNICATIVAS y PROGRAMACIÓN del SUJETO. Desde la invención de la imprenta (un hito digamos que aislado en el s.XV), la comunicación es un logro que lleva ya casi dos siglos dando saltos revolutivos, desde la concepción del telégrafo y la fotografía en el primer tercio del s.XIX, pasando por el teléfono, el cine y la radio (finales del S.XIX), la televisión y la computadora (primera mitad del s.XX), hasta llegar al PC, internet y la telefonía móvil (segunda mitad del s.XX). Es éste un progreso tecnológico que ha transformado, no sólo la sociedad occidental, sino nuestra ya aldea global, acercándonos a todos en el espacio, el lenguaje y el pensamiento. Siguiendo la voluntad socrática de examinar nuestras vidas, estamos obligados a poner nuestra atención en las consecuencias de todo ello, en especial sobre cómo pueda ser aprovechado para, de un modo cada vez más sutil y profundo, así como más fácil e inmediato, programarnos a los individuos, hacer de nosotros peones incluso de la geopolítica, sirviéndose para ello de la industria cultural[i]. Una intención tal debería superar con todo una barrera, la de nuestro discernimiento y espíritu crítico, nuestro pensar-dudar, pues, aunque alguno lo pretenda (ánimo mecanicista), el caso es que no somos máquinas. Luego, una cierta programación de un ser humano, aunque posible, e incluso facilitable, no puede darse de manera directa, sino que debe pasar por un proceso cuyo resultado sea que el sujeto tenga la sensación de que sus ideas (y su voluntad) son propias: es en esto en lo que consistiría la manipulación de las mentes, la incepción de ideas exógenas.

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Marxismo humanista desde Frankfurt

«El derecho y el deber de todo hombre que piensa es juzgar al mundo que se ha convenido en llamar libre según sus propios criterios»

M. Horkheimer

*AÑOS VEINTE APARENTEMENTE FELICES. Hace algo menos de cien años (1923) se fundó en el seno de la Universidad de Frankfurt el Institut für Sozialforschung (Instituto para la Investigación Social, de ahora en adelante el Instituto). A pesar de que existe una caracterización popular de la tercera década (los años veinte) de nuestro siglo precedente como “los felices años”, no todo el mundo parece que estuviese en esta onda, y ya algunos empezaban a estar preocupados por ciertos aromas de radicalización que pudieran estar impregnando a las sociedades occidentales. El Instituto pudo reunir así investigadores venidos de horizontes diversos, interesados por el escudriñamiento de los factores de dominación en nuestra sociedad post antiguo régimen (post revolución francesa), en las que se supone que los ideales moderno-ilustrados de libertad, igualdad y fraternidad serían el faro directriz.

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Masas y responsabilidad individual en geopolítica

«Como las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su propia existencia, y menos regentar la sociedad, quiere decirse que Europa sufre ahora la más grave crisis que a pueblos, naciones, culturas, cabe padecer»

J. Ortega y Gasset, La rebelión de las masas

*INDIVIDUO, MASA y GUERRA CULTURAL. Hemos animado a percatarnos de hasta qué punto el formato de colonización y lucha por el poder haya variado hacia éste de la guerra cultural, uno no novedoso (se puede considerar como siempre presente en toda conflagración), pero que hoy sería el más viable, debido a la idiosincrasia de nuestro mundo. Frente a ello, los humanos de a pie podría parecer que poco tengamos que decir en geopolítica, y más los de una sociedad psico-acomodada… pero mi opinión disiente: no cabría explicar cumplidamente las conflagraciones entre estados si, a su vez, no se tuviese en cuenta la aportación a ello de cada uno de nosotros. Aunque inicialmente un espíritu compasivo podría buscar amparar a los individuos, se ha de advertir que somos los individuos los que, al final, nos toca asumir la responsabilidad del devenir histórico: puede que los libros de historia no nos mencionen, pero ahí estamos, y nuestro papel jugamos, aunque a menudo de manera, no individual, sino conjuntados como masa [i] (peyorativo de colectivo o comunidad), y apareciendo ostensiblemente en escena cuando dicha masa tiene un peso específico, lo cual, habitualmente, acaba teniendo consecuencias desastrosas.

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