Condicionaje y discursos religioso, científico y filosófico

«Tenemos una incapacidad de probar, invencible para todo dogmatismo; tenemos una idea de verdad, invencible para todo pirronismo»

B. Pascal, Pensamientos, pensamiento 395

*PREJUICIOS sobre lo PREJUICIOSO. Cuando comencé mi estudio del discurso, los primeros materiales académicos que fueron cayendo en mis manos de continuo llevaban a cabo una compartimentalización, usualmente implícita, entre lo religioso, lo científico y lo filosófico. Lo religioso parecía aludir a lo sobrenatural, lo ilusorio, lo supersticioso, lo prejuicioso, lo dogmático, lo irracional; lo filosófico, a lo racio-reflexivo, pero demasiado especulativo y poco práctico, incluso todavía metafísico; lo científico, a lo racio-empírico, de modo físico-contrastativo y con un ánimo pragmático. Esta era una plantilla que, al principio, se podía aceptar como heredada, pero que, según avanzaba, se fue tornando turbadora, y a la postre insostenible; es más, esta plantilla, originalmente parecía no serlo, es decir, no se puede decir que tuviese por mi parte consciencia de que tal manera de tratar el asunto del discurso fuese eso, una manera más de tratar dicho asunto, sino que simplemente era cómo se trataba el asunto, sin ni siquiera hablarse de manera o maneras de hacerlo. Esta específica plantilla, junto con otras ideas y modos de operar, fue lo que acabé por conjuntar como mi tradición racio-occidentalista, de espíritu cientifista-positivista (y mecanicista); desde tal punto de vista, a lo científico se le acababa por dar preeminencia, a lo cual otros puntos de vista contemporáneos se oponían.

*Vs. la COMPARTIMENTALIZACIÓN DISCIPLINAR. Haciéndome eco de tales críticas, me animé a aportar mi grano de arena, ello a partir de mi valor equilibrio, el cual buscaba huir de lo que entiendo como una perniciosa dicotomización [i], a entrever como basamento de esa compartimentalización[ii]. Así, y en el marco del discurso, establecí una serie de relaciones más íntimas entre religión, ciencia y filosofía, lejos de esa estanqueidad disciplinar, y más conforme con la interdisciplinariedad que cada vez tiene más acogida en nuestras reflexiones. En consecuencia, en vez de diferentes (incluso inconmensurables) discursos, imaginé diferentes niveles del discurso, discursivo para el científico (y el moral), prediscursivo para el mítico-religioso (y el artístico), y metadiscursivo o raciocrítico para el filosófico[iii], acorde ello con diferentes objetos del discurso, lo estructural (o científico; también moral), lo abismal (o mítico-religioso; también artístico) y lo tridimensional (de metaperspectiva, o filosófico).

*MODERANDO VEROSÍMILMENTE el IDEAL RACIO-CIENTIFISTA. De esta forma, el patronaje cientifista, por su rigidez, se mostraba como falto de operatividad, al igual que el ideal de racio-cientificidad que le servía de postulado fundamental; ello nos abría el camino para un estudio más exhaustivo de lo que suponga el condicionaje discursivo. Desde este punto de vista de investigación, la religión ya no se aparecía en esos términos casi despectivos, sino como una dedicación humana más, la cual no podría ser erradicada ni superada, sino que estaría necesitada de ser comprendida en sus propios términos, con capacidad subsistente y permanente, como prediscursos (regímenes de creencias), de condicionar nuestros discursos, incluido el científico; en cuanto a la filosofía, también se superaba ese tono peyorativo, de tal modo que se aceptaba su papel de examen metadiscursivo (estudio del condicionaje en los sistemas discursivos, escudriñando postulados y patronajes estructurales), así como la operatividad de su metodología, siempre que se aplicase a este menester, con los límites y advertencias pertinentes; por su parte, respecto a la ciencia, se superaba la actitud altanera, y se admitía que la nota diferencial del discurso científico no tendría por qué ser su universalidadobjetividad y necesidad, sino simplemente ese mentado objeto, que para su caso sería lo estructurable de lo que acontece-es o de lo que vivenciamos, de tal modo que tal discurso se estimase como inevitablemente condicionado, ello a pesar del ánimo empírico-contrastativo, o de todas las garantías metodológicas.


[i] Ver “El equilibrio y el desequilibrio” en Egología, y “Dicotomía y radical polarización como amenaza del equilibrio” en Filosofía, estructura y discurso I.

[ii] Se puede considerar como pionero en superar la dicotomización/compartimentalización (incluso denostación), en lo que respecta a lo mítico-religioso, el trabajo del M. Eliade; véase Lo sagrado y lo profano o Mito y realidad.

[iii] Ver “Discurso, prediscurso y metadiscurso” en Filosofía, estructura y discurso I; v.t. «El círculo, el cuadrado, y el triángulo» en Revoluciones Cognitivas.

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