Un discurso convivencial desde la positividad-racionalidad

«A una persona realmente se la conoce por cómo te trata cuando ya no te necesita»

anónimo, pero genial

*POSITIVIDAD de la CONVIVENCIA PROBLEMÁTICA . Creo que todo empezó la primera vez que me di cuenta de que convivir no era tan fácil… Primero, porque hemos de aceptar que, a pesar de la civilización, nos seguimos odiando… porque además persiste el ansia de poder socio-político y económico, ya sea cotidiana o geopolíticamente, de lo que se siguen derivando hostilidades, aunque sea en un formato más refinado (guerras culturales)… porque los logros del humanismo moderno (sociales, jurídicos, tecnológicos,…) puedan haberse tergiversado en el modo de psicomodidad, estado másico y manipulación mediática de los ciudadanos… en definitiva, porque, a pesar de todo, entenderse sigue siendo un reto, incluso entre miembros de la misma familia, círculo de amistad, barrio o cultura… Sí, nos cuesta llevarnos (convivir, vamos), incluso hasta el punto de poder llegar a las manos (pelear, guerrear), tanto individualmente como organizados sociopolíticamente.

*IDEALIDAD RACIONAL respecto a la CONVIVENCIA. Consecuentemente, entender a las demás personas, que me entiendan a mí, entendernos en lo que discurramos… a ello habría que ponerle preocupación y dedicación, pues, para convivir, habría que entenderse, ¿no?… Este desiderátum se apoyaría en lo que podríamos considerar como una especie de racionalidad ideal de la convivencia, el interentendimiento y la comunicación (ideal de racio-fraternidad) en el marco de mi tradición racio-occidentalista, ello junto a otras idealizaciones (como la racio-cientificidad, o posibilidad/deseo de un discurso universal-objetivo y necesario). Y es que, aunque los occidentales proverbialmente nos las hayamos dado de eminentemente racionales, a menudo no se cumple, ante la experiencia positiva de actitudes, tanto individuales como colectivas, que pasan por alto, o pasan por encima de este orden ideal. Es más, frente a ello, la intentona de racionalización puede radicalizarse, verse frustrada, y sentir harto momentos de desesperación y crispación en presencia de lo que estima como un opuesto talante irracional, quedándose llanamente en que no entiende lo que pasa, y por qué pasa.

*RACIONALIDAD DISCURSIVA. DIGNIDAD, DIVERSIDAD INDIVIDUAL-SOCIOCULTURAL y POLIEDRISMO DISCURSIVO. Se ha de tener presente que, frente a ideales heredados, cabe preguntarse sobre la consideración y definición de lo racional, por lo cual, aquellos más predispuestos a esa racionalidad podrían elegir otro camino, ello aunque de partida tuviesen que comenzar por el mismo presupuesto con el que sí o sí haya que manejarse, esa positividad. En consecuencia, se puede proactivamente intentar entender, desde un loable ánimo racional científico, la malla causal que pudiere hallarse sota la convivencia y nuestras relaciones inter-discursivas. De esta forma, la racionalidad, todavía sin un ímpetu profiláctico (de enmendar la situación, corrigiendo irracionalidades), podría suponer un remedio terapéutico, de tal modo que si se captase mejor por qué nos cueste el entendernos, pues ello ayude, por lo menos a algunos, a rebajar el nivel de tensión convivencial-discursiva. Esta última, debido a esa proactividad que no tengo más remedio que admitir como una peculiaridad que me define, fue la vía que elegí. Podemos entonces repreguntarnos sobre la dificultad en el entendernos, a lo que, de modo previo a una objetual aspiración racional científica, podríamos responder en unos términos subjetuales: porque cada cual es hijo de quien y de lo que es… porque cada cual responde a lo que responde… porque cada cual tiene sus propios intereses que entran en competencia (puede que en confrontación) con los de los demás… porque somos particularmente irrepetibles… porque somos únicos puntos de vista… porque somos individuos. Dejaríamos claro que, para esta investigación de la convivencia entendida como un problema, habríamos de partir de un postulado humanista, que, desde el respeto a la dignidad humana, constataría y preconizaría la diversidad individual y sociocultural, a la vez que su poliedrismo discursivo derivado. Con todo, esto no tendría por qué suponer un llano beneplácito para con un contexto al estilo de Babel (o de falta de entendimiento)… de ahí el concepto de convivencialidad en general, y discursiva en especial.

*ESTUDIO RACIOCRÍTICO para un DISCURSO CONVIVENCIAL. El odio y la toxicidad afectiva, junto a la psicomodidad y el estado másico, suponen afrentas a nuestra convivencia; frente a ello, además de promover una gestión emotivacional, podemos, y digamos que debemos, estudiar y raciocriticar nuestros discursos, desde un nivel meta, para, escarbando en sus condiciones, elucidar el que pudiese, o los que pudiesen, resultar entonces como el, o los, más convivencial/es, pues, desde nuestro humanismo, nos preocupa la convivencia humana tal cual, atendiendo sobre todo a su complejo equilibrio, sin hacerla depender sobremanera de nuestra riqueza, poderío o tecnociencia.

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