Sesgo, condicionaje y raciocrítica

*DESCRIBIENDO y NORMANDO el INTELECTO. En algún momento, al expresar una idea u opinión, alguien cabe que nos haya advertido, incluso increpado, algo así como “eso que dices está sesgado”. ¿Y eso qué quiere decir? Bien. La investigación de la psicología cognitiva a propósito de nuestro intelecto puede adquirir básicamente dos enfoques, uno más descriptivo (cómo pensamos o inteligimos), otro más normativo (cómo deberíamos pensar o inteligir). Un sesgo, en principio, se definiría simplemente como un error cognitivo o intelectivo, con lo que, conceptualmente, estaría algo más arraigado al segundo enfoque propuesto, que, por su parte presumiría la existencia de un canon o norma sobre el intelecto; la cuestión es que ha habido investigadores que han intentado entender mejor el fenómeno psíquico que suponga el sesgo. Luego, una primera cuestión a tenerse en cuenta, y que acrecentaría el interés sobre los errores cognitivos, no sería ya la que podría aplicarse de modo específico a labores avanzadas del intelecto (como pudiese ser la de un ingeniero, al diseñar o mantener una presa, mejor o peor), sino la derivada de manera más general del poder de las emociones sobre nuestras ideas (y viceversa). Además, a ello habría que añadir la positividad de cómo habitualmente se vulnere una establecida racio-normatividad intelectiva, de manera más menos explícita, en los foros del (interesado) discurso sociopolítico (y su intención de poder), cuestión a estudiar desde una perspectiva metadiscursiva al respecto del condicionaje discursivo.

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La última rosa roja de noviembre

La última rosa roja de noviembre

*Lo INCÓMODO EXTRAÑO. Ha pasado ya un tiempo, y no obstante tengo un recuerdo bastante vívido de lo acaecido. Era finales de noviembre del 99, con todo el mundo muy pendiente del apagón por el efecto 2000, en medio de visiones y profecías. Esa mañana se presentó bastante fría, incluso para la fecha, con lo que nada más pisar la calle me asaltó una especie de bofetada por parte del gélido aire, que no sé si me hizo espabilar, o más bien me dejó KO para el resto del día. Sumido en un cierto rabiar, en medio de un escaso jardín delantero, casi me pasó desapercibida la imagen de una rosa roja, que todavía quería mostrar su belleza, a pesar de la inclemencia. Con tal humor, la primera impresión que comenzó a formárseme fue de incomodidad, preguntándome por la razón o explicación de que esa osada flor desafiase los momentos estacionales… lo que pasa es que, sí, extrañado, me estaba a su vez perdiendo el regalo que tal evento me ofrecía, quizás para aliviarme de la bofetada recibida.

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Condicionaje discursivo, convivencia e infraestructura

*TRAMA CONVIVENCIAL, DISCURSO y PODER. Desde un problema, la convivencia, y motivado por hallar un equilibrio discursivo cara a ésta, comencé mi camino de investigación, animado por algún presupuesto que me ayudasen a ordenar mínimamente lo que en principio se me aparecía como un confuso, además de doloroso, rompecabezas; un primero sería el que a los humanos nos cueste convivir (entendernos y llevarnos: esa convivencia problematizada); un segundo sería considerar a la convivencia como una trama compleja, con diferentes elementos, entre los que destaca el discurso (eso contingente e histórico que decimos-inteligimos), respecto del cual se podría considerar una especie de prediscurso (creencias mítico-religiosas), a diferenciar de otros elementos que podríamos conjuntar de modo genérico como extradiscuro (motivaciones e intereses, emociones –odios, afectos-, actitudes, experiencia, educación y cultura, relaciones sociopolíticas y poder, y otras relaciones económico-productivas, familiares); y un tercero consistiría en estimar que nuestra convivencia, sobremanera, dependa de (se vea condicionada por) nuestros discursos, lo cual nos llevaría a ver en ellos la causa (o, por lo menos, una de las más importantes) de nuestras dificultades convivenciales.

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Medios de manipulación de masas

Medios de manipulación de masas

«¿Se puede realmente distinguir entre los medios de comunicación de masas como instrumentos de información y diversión, y como medios de manipulación y adoctrinamiento? ¿Entre el coche como molestia y como conveniencia? ¿Entre los horrores y las comodidades de la arquitectura funcional?»

H. Marcuse, El hombre unidimensional

*REVOLUCIONES COMUNICATIVAS y PROGRAMACIÓN del SUJETO. Desde la invención de la imprenta (un hito digamos que aislado en el s.XV), la comunicación es un logro que lleva ya casi dos siglos dando saltos revolutivos, desde la concepción del telégrafo y la fotografía en el primer tercio del s.XIX, pasando por el teléfono, el cine y la radio (finales del S.XIX), la televisión y la computadora (primera mitad del s.XX), hasta llegar al PC, internet y la telefonía móvil (segunda mitad del s.XX). Es éste un progreso tecnológico que ha transformado, no sólo la sociedad occidental, sino nuestra ya aldea global, acercándonos a todos en el espacio, el lenguaje y el pensamiento. Siguiendo la voluntad socrática de examinar nuestras vidas, estamos obligados a poner nuestra atención en las consecuencias de todo ello, en especial sobre cómo pueda ser aprovechado para, de un modo cada vez más sutil y profundo, así como más fácil e inmediato, programarnos a los individuos, hacer de nosotros peones incluso de la geopolítica, sirviéndose para ello de la industria cultural[i]. Una intención tal debería superar con todo una barrera, la de nuestro discernimiento y espíritu crítico, nuestro pensar-dudar, pues, aunque alguno lo pretenda (ánimo mecanicista), el caso es que no somos máquinas. Luego, una cierta programación de un ser humano, aunque posible, e incluso facilitable, no puede darse de manera directa, sino que debe pasar por un proceso cuyo resultado sea que el sujeto tenga la sensación de que sus ideas (y su voluntad) son propias: es en esto en lo que consistiría la manipulación de las mentes, la incepción de ideas exógenas.

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Marxismo humanista desde Frankfurt

«El derecho y el deber de todo hombre que piensa es juzgar al mundo que se ha convenido en llamar libre según sus propios criterios»

M. Horkheimer

*AÑOS VEINTE APARENTEMENTE FELICES. Hace algo menos de cien años (1923) se fundó en el seno de la Universidad de Frankfurt el Institut für Sozialforschung (Instituto para la Investigación Social, de ahora en adelante el Instituto). A pesar de que existe una caracterización popular de la tercera década (los años veinte) de nuestro siglo precedente como “los felices años”, no todo el mundo parece que estuviese en esta onda, y ya algunos empezaban a estar preocupados por ciertos aromas de radicalización que pudieran estar impregnando a las sociedades occidentales. El Instituto pudo reunir así investigadores venidos de horizontes diversos, interesados por el escudriñamiento de los factores de dominación en nuestra sociedad post antiguo régimen (post revolución francesa), en las que se supone que los ideales moderno-ilustrados de libertad, igualdad y fraternidad serían el faro directriz.

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IA, soluciones-decisiones y responsabilidad

IA, soluciones-decisiones y responsabilidad

«La civilización mecánica y concentracionaria produce mercancías y devora hombres. No se le pueden poner límites a la producción de mercancías. La civilización mecánica no parará de producir mercancías más que cuando haya devorado a los hombres. Los habrá devorado en las guerras, en masas enormes y a trozos, pero los habrá devorado uno a uno, les habrá vaciado uno a uno de su médula, de su alma, de la sustancia espiritual que les hacía hombres. Y sería también una locura, ahora lo veo, el creerla capaz de hacer felices un día, en un mundo hecho para ellos, a estos hombres deshumanizados»

G. Bernanos, «El espíritu europeo y el mundo de las máquinas» en La libertad, ¿para qué?

*La ANALOGÍA MECANICISTA. La IA sería la inteligencia expresada por máquinas, a partir de sus dispositivos (hardware, principalmente procesadores) y sus programas (softwares); el término ya de por sí sería connotativo, pues daría por pre-supuesta (salvo aclaración) una analogía humano-máquina (mecanicismo), contemplándose entonces una correspondencia con cuerpo, cerebro y mente, respectivamente. La clave de este asunto está, por lo tanto, no ya en la concepción que se tenga de una máquina, sino en la del humano, en si nos veamos como máquinas o no: caso afirmativo, se podría manejar un concepto de inteligencia artificial en el sentido de análoga al humano; caso negativo, se podría aceptar que una máquina pudiese tener algún tipo de inteligencia[i], pero nunca una como la de un humano[ii]. Así, el (trascendental) debate no sería realmente IA sí-no (creo que todo el mundo estaría de acuerdo en que una ayudita por parte de máquinas sea, en principio, para bien, y más si esas máquinas estuviesen bien diseñadas en su operatividad, es decir, fuesen ‘más inteligentes’), si no máquinas aceptadas como similares a humanos sí-no.

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Términos del pensamiento crítico: cómo se nos condiciona (y lo aceptamos)

Términos del pensamiento crítico: cómo se nos condiciona (y lo aceptamos)

«La medicina no se pregunta si la vida es digna de ser vivida o cuándo deja de serlo. Todas las ciencias de la naturaleza responden a la pregunta sobre qué tenemos que hacer para dominar técnicamente la vida. Las cuestiones previas de si debemos conseguir, y en el fondo queremos, ese dominio y si ese dominio tiene verdaderamente sentido, no son tenidas en cuenta o, simplemente, son contestadas de antemano afirmativamente»

M. Weber, El político y el científico

*CONVIVENCIA de CULTURAS, CONDICIONAJE DISCURSIVO y RACIONALIDAD. Convivimos con otros humanos, con los cuales podemos coincidir en nuestros discursos y estructuras discursivas, o no, ya sea en general (patronajes, cosmovisiones), ya en nuestro lugar de trabajo (culturas corporativas), incluso como científicos más o menos profesionales (paradigmas). Una investigación positiva del discurso, o metadiscursiva, nos descubre así hasta qué punto estamos condicionados en nuestro decir-inteligir por tales patronajes, cosmovisiones, culturas o paradigmas (metafóricamente, por las gafas que llevamos para aprehender, y manejarnos con, lo que acontece-es o el mundo). Como remedio, en Occidente hemos contado con la tradición (renovada en la Modernidad-Ilustración) de la racionalidad, la cual, ya sea la científica (que buscaría contrastación), ya la crítico-filosófica (que se aplicaría en la interrogación deconstructiva), se enfrentaría al condicionaje, para empezar, buscando desvelarlo. La cuestión es que la racio-cientificidad habría sufrido una deriva dogmática e idealizada (tradición racio-occidentalista), ello debido a su ansia utópica de un discurso universal-objetivo y necesario, lo cual supuso, y sigue suponiendo, que la filosofía crítica haya de considerarse como más imprescindible, si cabe.

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De confianza, suspicacia y curiosidad: el porvenir de la filosofía

De confianza, suspicacia y curiosidad: el porvenir de la filosofía

«La duda no es un estado muy agradable, pero la certeza es un estado ridículo»

F-M Arouet, más conocido como Voltaire, en una carta a Federico Guillermo, príncipe de Prusia

*El FILÓSOFO ENSIMISMADO. Es usual en nuestra tradición racio-occidentalista tener una actitud un tanto peyorativa frente al filósofo y su dedicación: se suele opinar que sea una persona esnob, que se expresa mediante términos bastante rimbombantes, o con una jerga algo (o muy) esotérica o elitista, aislado del mundo y sus problemas (reales), preocupado así por asuntos metafísicos, rodeado de viejos libros en un ambiente bibliotecario, y que se comunica con la sociedad (o mejor, con un limitado sector de ésta) a través de artículos en revistas especializadas que sólo leen sus colegas (y, a veces, ni eso)[i]. Es ésta una caracterización que se puede sospechar como proveniente de un determinado modo de ver las cosas (yo lo llamo patronaje estructural: dejémoslo por ahora ahí), al que se podría caracterizar como cientifista y mecanicista. Frente a ello, algunos de tales individuos se excusan aludiendo a la necesidad de la filosofía, como una actividad humana que nos engrandece, o que nos hace ser mejores, que nos constriñe a pensar más y mejor; la cuestión es que ello parece plantearse en un modus defensivo/justificativo, que partiría de la asunción de determinadas premisas, y que nos llevaría a la perpetuación de esta incómoda sensación de que haya algo en todo esto que no se acabe de asumir, a pesar de su obviedad:

no hay nada que haga un humano, que no sea humano

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Pensamiento crítico, filosofía y racio-cientificidad

«El opuesto de una frase correcta es una frase errónea. Pero el opuesto de una verdad profunda puede ser muy bien otra verdad profunda»

N. Bohr

*TRADICIÓN RACIO-OCCIDENTALISTA como ILUSORIA CONFIANZA: la RACIONALIDAD IDEALIZADA. Cuando era niño-joven, esa parte más ordenada de mí se vio embelesada por mi tradición racio-occidentalista, por la (supuesta) seguridad que (me) transmitía, que (supuestamente) transmitían a la par aquellos que creían fielmente en ella, imbuidos sobre todo por una noción clave: la racionalidad. La racionalidad se habría encomiado en Occidente como una facultad distintiva humana, ello en dos momentos históricos, la Grecia clásica y la Modernidad-Ilustración, a valorarse como medicina frente al condicionaje discursivo (la costumbre, el prejuicio, la autoridad, el dogma, la emoción y la actitud subjetiva…). A partir de tal racionalidad, yo me motivaba, p.e. para estudiar según esta pauta, y me sentía confiado y confortable; tan era así, que mis relaciones con los demás se veían influidas por esta prestancia que me venía a conformar, y seguramente que debía exhibir una imagen de tipo recio y determinado… eso creo… o eso quería creer. Sin embargo, en algún momento todo esto vino a ser sustituido por una inquietud, según me preocupaba más por la convivencia entre nosotros los humanos, lo cual me fue apartando de dicha racionalidad tradicional, para reconsiderarla como una idealización, y quedando de este modo aquella mi confianza como ilusoria.

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Condicionaje y discursos religioso, científico y filosófico

«Tenemos una incapacidad de probar, invencible para todo dogmatismo; tenemos una idea de verdad, invencible para todo pirronismo»

B. Pascal, Pensamientos, pensamiento 395

*PREJUICIOS sobre lo PREJUICIOSO. Cuando comencé mi estudio del discurso, los primeros materiales académicos que fueron cayendo en mis manos de continuo llevaban a cabo una compartimentalización, usualmente implícita, entre lo religioso, lo científico y lo filosófico. Lo religioso parecía aludir a lo sobrenatural, lo ilusorio, lo supersticioso, lo prejuicioso, lo dogmático, lo irracional; lo filosófico, a lo racio-reflexivo, pero demasiado especulativo y poco práctico, incluso todavía metafísico; lo científico, a lo racio-empírico, de modo físico-contrastativo y con un ánimo pragmático. Esta era una plantilla que, al principio, se podía aceptar como heredada, pero que, según avanzaba, se fue tornando turbadora, y a la postre insostenible; es más, esta plantilla, originalmente parecía no serlo, es decir, no se puede decir que tuviese por mi parte consciencia de que tal manera de tratar el asunto del discurso fuese eso, una manera más de tratar dicho asunto, sino que simplemente era cómo se trataba el asunto, sin ni siquiera hablarse de manera o maneras de hacerlo. Esta específica plantilla, junto con otras ideas y modos de operar, fue lo que acabé por conjuntar como mi tradición racio-occidentalista, de espíritu cientifista-positivista (y mecanicista); desde tal punto de vista, a lo científico se le acababa por dar preeminencia, a lo cual otros puntos de vista contemporáneos se oponían.

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